ADIÓS
A LOS GASES.
¿Sabías que el aparato
digestivo produce unos siete litros de gases al día? Esas
“burbujas” de aire, las flatulencias, se deben combatir. Todo depende
del tipo de alimentación y de las “prisas” con que se coma.
El aparato digestivo produce gases
con la desintegración del alimento al mezclarse con los jugos y
movimientos del estómago e intestino, así como por efecto
de las bacterias que residen en este último órgano y colaboran
en la digestión.
Estos gases, en su mayoría,
son absorbidos por la pared del intestino (unos 6´4 litros, compuestos
por dióxido de carbono, hidrógeno y metano, un hidrocarburo
de la familia del butano), mientras que el resto (0´6 litros) se
expulsa con las heces.
En general la presencia de gases
es más intensa en las personas mayores, si bien es cierto que existen
varios factores que facilitan su aparición a cualquier edad, entre
los cuales destacan tres: tipo de comida, forma de comer y la existencia
de ciertas enfermedades.
Los gases se ven favorecidos por
comidas abundantes, en las que lo que se come no se degrada bien; por los
alimentos que fermentan en el estómago e intestino, como es el caso
de las legumbres, abuso de nutrientes con mucha fibra (judías, coles,
coliflor, cebolla, alcachofas) y vegetales en general; también aumentan
los gases las bebidas carbonadas o con levaduras (cerveza), así
como beber en abundancia durante las comidas, ya que esto no permite una
buena salivación y masticación del alimento.
Otra causa son las comidas rápidas,
con prisa, aquellas en las que masticamos poco o se habla mucho con el
alimento en la boca (se traga mucho aire mezclado con la comida). Comer
de pie tampoco es nada sano ya que se favorece la llegada de aire al estómago,
al igual que acostarse o tumbarse inmediatamente después de comer,
lo que facilita el paso de gases al intestino desde el estómago
y lo hincha.
Por eso, muchas veces después
de la siesta uno se levanta con pesadez de estómago e intestino;
es aconsejable no hacer la siesta hasta media hora o mejor una hora después
de comer, e incluso pasear un poco antes de hacerlo.
Las cenas copiosas y tardías
propician los gases, ya que por la noche la actividad intestinal es más
lenta, lo que favorece la fermentación y putrefacción de
los alimentos allí retenidos.
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