EL VIAJERO. Geografía íntima.

VIAJE AL ÚLTIMO VIAJE

El viaje que empieza en el primer viaje.

El viajero contaba como era aquella carretera en un proyecto de novela que nunca se acabó. El viaje lo hacía un hombre joven que no quería comer en la ciudad aquella primera vez, así que eligió el lugar más montañoso, un lugar para recordar, perdón un lugar para empezar. Y allí empezaba la novela.

Al pasar los años el viajero había recorrido aquellas curvas de pinares un sinfín de veces. En la novela era un día de primavera. Aquella vez era un día de otoño.

Cuando pararon a ver el nacimiento del rio se encontraron con un lugar desconocido, como de cuento, repleto de helechos. Y el viajero nunca había estado allí.

Cuando subieron a ver la montaña desde donde se alimentan las fuentes, el viajero descubrió un puentecillo de madera sobre un río que no conocía.

Cuando llegaron a la ciudad recorrieron sus monumentos por unas nuevas calles que parecía que nunca habían estado allí. Al dar la vuelta a la catedral se bajaron a un jardín junto a un río. Un jardín que nunca había pisado, que ni sabía que estuviese allí. Lo bordearon y subieron como las cabras a lo alto del castillo que cierra la ciudad.

Era el mismo sitio, pero no era primavera, era otoño, era el mismo sitio, pero todo era nuevo. Y el viajero descubrió que nunca se repite el mismo viaje y que a lo mejor le quedaban muchos viajes. Y pensó en volver a viajar. ¿Dónde estaban las maletas?
 

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