LA ÉTICA EN LA SEXUALIDAD. Nunca hacer daño, nunca mentir: la ética de la sexualidad. Este es un tema muy delicado, muy difícil de opinar, cada uno debe ser su propio juez. Lo fácil es decir que lo único importante es que uno se sienta feliz para que su felicidad haga felices a todos. Pero tratándose del ser humano llegan los matices y lo cambian todo. Si aceptásemos que las necesidades primarias, animales, deben tener una respuesta simplista, como la puede dar un animal, nos encontramos con la diferencia de que el animal no tiene memoria, no tiene que vivir después toda la vida con el peso del recuerdo de lo que ha hecho. Hay personas que parecen no tener esa memoria o ese nivel de sensibilidad, ellos pueden permitirse actitudes que otros no pueden. Luego está el tema de la libertad, que es consustancial al ser humano. Algunos monos intercambian alimentos por sexo. Esto no es permuta porque la permuta implica libertad y estas especies no tienen libertad, consustancial a la conciencia. Si el mismo caso se diese en humanos y hubiese libertad por ambas partes, el problema se relaciona con la sociología. Una persona joven puede permutar su cuerpo por otro, dicho con frialdad, pero un anciano no tiene esta posibilidad, lo único que puede permutar son sus bienes, entonces cabría preguntarse ¿es más ética una permuta que la otra?. Desde una perspectiva ética la libertad debería ir unida al afecto, al sentimiento, eso nos diferenciaría del mundo animal, no porque el mundo animal sea peor, sino porque tenemos memoria y lo importante de la vida es lo que se recuerda. Si se analiza el adulterio desde la ética, el problema no está en la sexualidad, sino en el compromiso. Las relaciones sociales se fundamentan en “la palabra dada”. Si un individuo o una sociedad confían en la palabra dada voluntariamente por otro, puede entrar en vínculos que de otro modo no entraría. Por ejemplo, entre dos países se evita una guerra en base a un pacto, si se rompe ese pacto se inicia la guerra, pero lo peor es que se pierde la confianza para volver a pactar una nueva paz. Por eso la palabra dada en la antigüedad es tan importante. Por eso se expulsaba de la sociedad a los que incumplían con su palabra. Por eso los romanos presumían de ser “los que cumplen con la palabra dada”. El origen etimológico de la palabra adulterio es latino y está en ad (hacia...) y alter (otro...). El adúltero es el que se va con otro cónyuge, hombre o mujer, pero no el que le corresponde, su propio cónyuge, “cum juge” que quiere decir “con el mismo yugo”. Todas las religiones coinciden en rechazar el adulterio. Según el Islam, el cristianismo, y el judaísmo, el adulterio es una violación grave a la Ley de Dios, el cual menciona en sus Mandamientos: "No cometerás adulterio." (Éxodo, 20:14; Deuteronomio, 5:18), pero Buda específicamente estableció como incorrecto para los laicos sostener relaciones sexuales en condición de adulterio, pero lo importante es su justificación ética: queda claro que el adulterio es dañino, ya que lastima a la persona engañada e implica mentir y engañar. Nunca hacer daño, nunca mentir: la ética de la sexualidad. Hacemos este inciso por el aspecto ético en toda moral religiosa. Pero las circunstancias cambian y el individuo puede optar entre ser sincero y romper el pacto dado, que sería un divorcio, o mentir, lo que sería adulterio. Muchas personas justifican esta relación en el hecho de haberse enamorado, pero es una verdad con matices. Algunas personas justifican el adulterio diciendo que es por el bien del matrimonio, es decir, es un mal pero temporal y que a largo plazo mejorará la relación. Este razonamiento en filosofía se llama utilitarismo, y justifica el daño de hoy por los efectos que genera en el futuro. Casi todas las guerras se han justificado de este modo. Otros dicen que no quieren romper un matrimonio o que no quieren tanto a la otra persona como para que esta persona se divorcie y se case con ellos. Es decir que se conforman con lo que consiguen, un par de días a la semana. Esta actitud puede que no sea ética pero por lo menos es honesta, es una relación sexual básica. El problema es cuando se pretende vestir de romanticismo para autoengañarse y engañar a los demás. Claramente no hay engaño posible, porque cuando hay amor no hay barreras para iniciar una nueva relación. Pero el problema era la ética y no nos queremos salir de esto. En filosofía lo único importante es la libertad, incluso por encima de la felicidad, y una persona que mantiene a su pareja engañándola, ocultando la verdad, haciendo por detrás lo que no se atreve a decir, está robando a la otra persona su derecho a ser libre, a decidir si quiere seguir en estas condiciones o si prefiere cortar la relación. Los que hacen posible esto también están afectados por la ética, pues colaboran en robar la libertad de la persona engañada. Lo curioso es que en términos
sicológicos (también éticos) son personas que repiten
esta forma de actuar en todas sus relaciones, y siempre dicen que la culpa
es de los demás. Desde luego la ética no es de ellos.
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