SER PADRES.

ADOLESCENCIA Y ALCOHOL

Cuando el adolescente empieza a consumir alcohol,  el comportamiento de su cerebro se asemejaba al de bebedores abusivos. 

Un estudio de la Universidad de California, publicado esta semana en el Journal of Studies on Alcohol and Drugs, describe que han utlizado escáneres de resonancia magnética para analizar los cerebros de 40 niños de entre 12 y 16 años que todavía no habían comenzado a beber, siguieron su evolución durante tres años, y pasado este tiempo volvieron a ser escaneados. 

La mitad de los adolescentes habían comenzado a beber alcohol de forma bastante intensa durante este intervalo. Los investigadores descubrieron entonces que los chicos que inicialmente habían mostrado una actividad menor en ciertas áreas del cerebro eran los que más habían bebido en los siguientes tres años.

Una vez que los adolescentes comenzaban a beber, el comportamiento de su cerebro se asemejaba a la de los bebedores abusivos de otros estudios, aquellos que suelen tomar más de cinco bebidas alcohólicas en una noche, que mostraban una mayor actividad cerebral al tratar de realizar ejercicios de memoria.  “Es lo contrario de lo que cabría esperar, debido a que sus cerebros deberían ser cada vez más eficientes a medida que envejecen”, explica la doctora Lindsay M. Squeglia, autora principal del estudio.

Según Squeglia, este estudio podría ser importante en la medida en que sugiere “que podría haber una vulnerabilidad preexistente” hacia el consumo de alcohol”. Esto no quiere decir que los adolescentes tengan que empezar a recibir resonancias magnéticas de sus cerebros para saber si van a beber más o menos, pero el estudio ofrece algunas pistas biológicas sobre el problema de los adolescentes con la bebida.

La investigación, además, refuerza la idea de que el abuso de alcohol puede afectar el cerebro de los jóvenes justo en el momento en que necesitan trabajar de forma más eficiente. “Estás aprendiendo a conducir, y preparándote para entrar en la universidad”, asegura Squeglia, que cree que la adolescencia “es un momento decisivo de la vida para desarrollar las capacidades cognitivas”. Y el alcohol puede estropearlo todo. Según los últimos estudios al respecto, su consumo abusivo puede dañar de manera irreversible el desarrollo del cerebro de los menores de 25 años, ya que es a esta edad cuando termina de madurar. Además, los jóvenes que se inician a una edad temprana en su ingesta –en la actualidad se sitúa en torno a los 13 años­– aumentan sus posibilidades de llegar a ser alcohólicos y adictos a otras sustancias. 
 

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