FAMILIAS DIVORCIADAS. LA RELACIÓN
ENTRE EL PADRASTRO/MADRASTRA Y EL NIÑO.
Las relaciones humanas necesitan
tiempo. Para que un niño acepte completamente al nuevo padre hay
que esperar cinco años.
El niño ha perdido un padre
por eso va a ser más prudente en abrirse a personas nuevas. Si el
padrastro puede acercarse como amigo, lo va a tener más fácil.
Si el padrastro quiere obligar al
niño a aceptar sus reglas de comportamiento, va a encontrar resistencia.
Cuánto más años
tenga el niño, más difícil será este proceso,
ya que los mayores saben perfectamente que los padrastros no tienen derecho
sobre ellos.
Si el padre trae a una nueva mujer
a su casa, ésta lo va a tener mucho más difícil, porque
la sociedad y también el hombre le exigirán un amor incondicional
y espontáneo hacia los niños. El lazo con la madre biológica
casi siempre es una relación muy profunda e intensa y cuánto
más los niños quieren y sienten cariño hacia la madrastra,
pueden sentirse en un conflicto interior de deslealtad. Muchos pasan a
un círculo vicioso. Los niños rechazan a la madrastra que
va a intentar “hacerlo mejor.” Lo que provocará todavía más
rechazo y eso a la vez más decepción en la madrastra. Sobre
todo las hijas pueden llegar hasta enfrentarse a la nueva mujer/madrastra.
En ningún caso se debe intentar
sustituir a la madre o al padre. Hay que dejar el círculo vicioso
e intentar proporcionarles amor y paciencia de otra forma.
En el momento en que se haya desarrollado
aceptación mutua todo será más fácil.
Todos necesitan tiempo. Los niños
necesitan conocer al padrastro primero como nueva pareja del padre/de la
madre y después de mucho tiempo, de años, lo pueden considerar
como algo más.
LA RELACIÓN EN LA PAREJA
Las llamadas parejas “normales”
ya luchan con la vida cotidiana, en una situación así la
pareja empieza ya desde el principio con muchos problemas y obstáculos.
Sobre todo acerca de la educación
pueden surgir diferencias bien en la mentalidad, bien en la medida en que
los dos piensan que quieren compartir el trabajo de la educación.
Sobre todo cuando las opiniones sobre la pedagogía se distinguen
mucho, el padrastro tendrá que aceptar las reglas del padre biológico.
Si se difieren mucho, el padre tendrá que asumir más responsabilidad
sobre la educación mientras que al mismo tiempo estará contento
si su pareja le puede quitar trabajo y responsabilidad. En todo caso el
padre biológico tiene la tarea de introducir despacio pero decidido
a su pareja en la familia para que éste no se quede un elemento
ajeno o invitado en casa. La pareja en sí necesitará encontrar
tiempo para ellos mismos, para fundar, elaborar y fortificar su propia
relación independientemente de los niños.
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