ADOLESCENTE
Wislawa Szymborska
¿Yo, adolescente?
Si de repente, aquí,
ahora, se plantara ante mí,
¿tendría que saludarla
como a una persona próxima,
a pesar de que es para mí
extraña y lejana?
¿Soltar una lágrima,
besarla en la frente
por el mero hecho
de que tenemos la misma fecha
de nacimiento?
Hay tantas diferencias entre
nosotros
que probablemente sólo
los huesos son los mismos,
la bóveda del cráneo,
las cuencas de los ojos.
Porque ya sus ojos son como
un poco más grandes,
sus pestañas más
largas, su estatua mayor
y todo el cuerpo recubierto
de una piel
ceñida y tersa, sin defectos.
Nos unen, es cierto, familiares
y conocidos
pero casi todos están
vivos en su mundo,
y en el mío prácticamente
nadie
de ese círculo común.
Somos tan diferentes,
pensamos y decimos cosas tan
distintas.
Ella sabe poco,
pero con una obstinación
digna de mejores causas.