EL DESVÁN. Neurología. El misterio del cerebro.

DORMIR OCHO HORAS. ETAPAS DEL SUEÑO.

Las cuatro etapas del sueño. Cuando dormimos reducimos el nivel de ansiedad. 

Cuando las horas de sueño no son suficientes nos despertamos con el nivel de ansiedad alterado.

Russel Foster, profesor de neurociencia circadiana (sobre el reloj biológico) en la Universidad de Oxford comparte ese punto de vista. "Muchas personas se despiertan por la noche con pánico", afirma. "Les digo que lo que experimentan es una reminiscencia del patrón de sueño partido".

Pero la mayoría de los médicos todavía no reconocen que un sueño único de ocho horas puede no ser natural. "Más del 30% de los casos que los doctores enfrentan radican directamente o indirectamente del sueño. Pero ese tema ha sido ignorado en la educación médica y hay muy pocos centros en los que se estudia", comenta.

Históricamente, en el siglo XV había numerosos libros de rezos para las horas de desvelo nocturno, que a menudo también se dedicaban a charlar. Un manual médico del siglo XVI incluso recomendaba mantener las relaciones sexuales en medio de la noche, después de "un primer sueño", ya que así "se disfruta más" y "se hace mejor". 

Según el historiador Roger Ekirch, que ha investigado el tema durante 16 años, hay numerosas pruebas históricas que demuestran que antes la personas dormíamos en dos tiempos. 

La tribu nigeriana de los Tiv sigue usando las expresiones "primer sueño" y "segundo sueño" para referirse a los distintos tiempos de la noche.

El estudio de Ekirch, explica la BBC, concluye que esta concepción del sueño nocturno empezó a desaparecer a finales del siglo XVII, coincidiendo con la llegada de la iluminación nocturna de las ciudades (París fue, en 1667, la primera ciudad en poner alumbrado público en todas sus calles).

El psicólogo del sueño Gregg Jacobs declara a la BBC que "despertarse en medio de la noche forma parte de la fisiología humana" e indica que lo realmente nocivo para la salud puede ser la ansiedad o el estrés con la que algunas personas pueden tomarse estos desvelos.

Según un estudio realizado en California en el año 1913, los investigadores desmintieron la necesidad de dormir 8 horas como mínimo, ya que, según los mismos, el cuerpo físico no requiere “recargar las pilas” mediante ciertas horas de sueño, sino que quién necesita descanso es nuestro cerebro.

Por otro lado, el estudio de 1913 asegura que el cerebro de los adultos puede descansar adecuadamente con sólo entre 5 y 7 horas de sueño. Si bien la explicación científica nos permite decir que “el cuerpo no necesita el descanso”, si podemos afirmar que si no dormimos lo suficiente, el cerebro no responde correctamente y por lo tanto, las actividades motoras, así como las mentales, no pueden realizarse de la mejor manera.

Además, muchas son las investigaciones que aseguran que dormir lo suficiente mejora las funciones físicas, previene enfermedades, favorece el trabajo mental, incrementa el rendimiento deportivo, entre otros beneficios para la salud.

Lo que ahora podríamos debatir es cuánto es lo mínimo e indispensable que debemos dormir para vivir con salud. No obstante, nuestro cuerpo funciona muy asociado a las horas de luz solar que orienta nuestro “reloj biológico”, y esto significaría un mínimo de entre 7 y 8 horas de sueño si dormimos en ausencia de sol.
 
A medida que la noche se convirtió en un momento legítimo para realizar actividades y la actividad nocturna aumentó, el tiempo que la gente dedicaba a descansar disminuyó. En su nuevo libro, "Evening’s Empire" (El imperio del atardecer), el historiador Craig Koslofsky plantea una versión de cómo sucedió. "Lo relativo a la noche, antes del siglo XVII, no era bueno", asegura. La noche era un momento poblado por personas de mala reputación, como criminales, prostitutas y borrachos.

"Incluso los ricos, quienes podían permitirse tener candiles, tenían cosas mejores en las que gastarse el dinero. No había prestigio ni ningún valor social asociado con estar despierto toda la noche". Eso cambió en los albores de la Reforma y la Contrarreforma. Protestantes y católicos se acostumbraron a celebrar misas secretas por la noche durante los periodos de persecución. Si anteriormente la noche había pertenecido a los depravados, ahora las personas "respetables" se habituaron a aprovechar las horas de oscuridad.

Esta tendencia se trasladó también al ámbito social, pero sólo en el caso de quienes podían permitirse tener luz artificial en casa. Con la llegada del alumbrado a las calles, sin embargo, socializar por la noche empezó a extenderse a las clases sociales más bajas.

Esto, sugiere, podría ser el origen de un trastorno llamado "insomnio de mantenimiento", en el que los afectados se despiertan durante la noche y tienen problemas para volverse a dormir. Esa condición fue descrita por primera vez en la literatura de finales del siglo XIX, al tiempo que el sueño segmentado desaparecía. "Durante la mayor parte de nuestra evolución hemos dormido de una manera determinada", señala el psicólogo del sueño Gregg Jacobs. "Despertarse durante la noche es parte normal de la psicología humana".

Hoy, la mayoría de las personas parecen haberse adaptado bastante bien a dormir ocho horas, pero Ekirch cree que muchos de los problemas del sueño tienen sus raíces en la preferencia del cuerpo humano por segmentar el sueño, así como en la omnipresencia de la luz artificial.

En 1667, París se convirtió en la primera ciudad del mundo con alumbrado público, que utilizaba cirios de cera en lámparas de cristal. Se le sumó Lille en el mismo año y Ámsterdam dos años después, donde se introdujeron unas lámparas de aceite más desarrolladas. Londres no incorporó este servicio hasta 1684, pero para finales del siglo, más de 50 ciudades importantes de Europa ya tenían alumbrado nocturno.

La noche se puso de moda y pasar horas tumbado en la cama pasó a considerarse una pérdida de tiempo. "Las personas tomaron cada vez más conciencia del tiempo y de la eficiencia antes del siglo XIX”, indica Ekirch. "Pero la revolución industrial intensificó esta actitud a grandes pasos".

Un diario médico de 1829, que apremiaba a los padres a acostumbrar a sus hijos a romper el patrón del primer y segundo sueño, es una prueba contundente de este cambio de actitud. "Salvo en caso de enfermedad o accidente, no necesitarán más descanso que el que ofrece el primer sueño, que deberán acostumbrarse a terminar de forma natural a la hora normal". "Y entonces, si vuelven a intentar dormirse, deberá enseñárseles que eso es una mala costumbre que no redunda en su beneficio".

LAS CUATRO ETAPAS DEL SUEÑO
 

Etapa 1: estado de relajación, entre estar despierto y dormido. La respiración se ralentiza, los músculos se relajan y la frecuencia cardiaca disminuye.

Etapa 2: sueño un poco más profundo, pero todavía podemos despertarnos con facilidad.

Etapas 3 y 4: sueño profundo. Es muy difícil despertar porque es el momento en que nuestro cuerpo tiene su actividad más baja.

Después volvemos a la etapa 2 durante unos minutos y a continuación entramos en el sueño de los sueños, la fase REM (movimiento ocular rápido por sus siglas en inglés) –que como su nombre indica, es cuando soñamos. Después de pasar por la fase REM, entramos en las etapas descritas anteriormente, para luego volver a soñar, despertar brevemente, y repetir todo nuevamente unas 4 ó 5 veces durante la noche.
 
 
 
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