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HISTORIA - ARTE / Curiosidades
históricas. |
MORIR MIRANDO A LOS MONTES DE
TOLEDO
Tiziano lo sabía y los pintó
de fondo en el retrato de Isabel de Portugal que siempre acompañó
a Carlos V.
El retrato de Isabel de Portugal
fue realizado por Tiziano en 1548 y está en el Museo del Prado de
Madrid.
Tiziano: «La Emperatriz Isabel
de Portugal» (1548)
Óleo sobre lienzo, 117 x
98, Museo del Prado
A la Emperatriz Isabel se le adelantó
el parto y el niño murió y ella falleció el 1 de mayo
de 1539 en el toledano palacio de los condes de Fuensalida. Desde este
palacio se ven los montes de Toledo y ningún toledano tiene la menor
duda de que el paisaje que aparece al fondo del cuadro son estos montes.
Supuestamente el último deseo de la emperatriz fue que los condes
la hospedasen en un lugar desde el que mirar los montes de Toledo. Lo cierto
es que ver caer la tarde en el Tajo desde este lado de la ciudad con los
montes al fondo es una experiencia inigualable.
A la muerte de Isabel, Carlos I
se retiró al monasterio de Santa María de la Sisla y encargó
a su hijo Felipe la presidencia de la comitiva que trasladará el
cadáver de la Emperatriz desde Toledo a Granada, para ser enterrada
en la Capilla Real.
Dirigió la comitiva Francisco
de Borja como caballerizo de la Emperatriz. A la llegada a Granada, donde
se debía depositar el cadáver, Francisco debía abrir
el féretro para dar fe del hecho al entregarlo a los monjes que
debían enterrarlo. En ese momento y al contemplar el descompuesto
cuerpo de Isabel, Borja pronunció la frase «No puedo jurar
que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver
el que aquí se puso». Tras esto, decidió optar por
la vida religiosa y al enviudar de Eleanor de Castro, dama portuguesa de
la Emperatriz, ingresó en la Compañía de Jesús.
Como Carlos V no tenía ningún
retrato fidedigno de su esposa, se lo encargó a Tiziano, que se
basó en un retrato suyo anterior, en el que se representaba a la
emperatriz con traje negro, y que ardió en el incendio del Palacio
del Pardo de 1604. Se cree que Tiziano reutilizó un lienzo ya pintado,
pues a través de los análisis por radiografía se ha
distinguido una figura femenina.
Tiziano pintó en un primer
momento a Isabel tal y como era, es decir, con la nariz un tanto aguileña.
Presentó el cuadro en la corte en 1545. El emperador solicitó
al artista que la retocara, tal y como había hecho en ocasiones
anteriores con el prognatismo en diversos retratos de Carlos.
Este cuadro siempre acompañó
a Carlos V hasta su retiro de Yuste. Luego el cuadro estuvo en el Monasterio
de las Descalzas Reales de Madrid, posteriormente en el Alcázar
de Madrid, en el Palacio Real, y finalmente ingresó en el Prado.
En el retrato, hay un ventanal en
el que se adivina un paisaje, son los montes de Toledo. Se trataría
de la vista desde el Palacio de Fuensalida, que se encuentra en pleno casco
histórico de la ciudad de Toledo, junto a la Iglesia de Santo Tomé
y el Taller del Moro, con el que se comunica. El palacio fue edificado
a comienzos del siglo XV por el primer conde de Fuensalida, siendo uno
de los mejores exponentes del mudéjar palaciego toledano con influjos
góticos. El edificio gira alrededor del patio de estilo mudéjar,
con pilares de ladrillo y zapatas, y la antigua escalera que comunica con
el Taller del Moro y que tiene espléndido artesonado plateresco,
con casetones, del siglo XVI.
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UN VIUDO Y UNA JOVENCITA
QUE SABÍA CANTAR Y REÍRSE.
Sólo hubo una boda, muchas
guerras, mucha soledad. Y un día Carlos I, con 46 años, viudo
y deprimido, encontró consuelo en una jovencita alemana que sabía
cantar y reír. Una jovencita a la que nadie consiguió encerrar
en un convento.
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