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EL VIAJERO. Geografía
íntima. |
GRACIAS POR NO DEJARME MORIR.
Siempre acabamos llegando a donde
nos esperan … Un elefante viaja desde Lisboa a Viena.
Los hombres toman café en
Salzburgo y siguen. Otros observan.
En un restaurante, precisamente
llamado El Elefante, en Salzburgo, Saramago vio un friso de pequeñas
esculturas figurando la caminata de un elefante desde Lisboa hasta Viena.
Poco después Saramago escribió
'El viaje del elefante', basado en un hecho real, ocurrido en la época
de Maximiliano de Austria, que nació en Viena, fue nombrado emperador
de México en 1864 y fue fusilado en 1867.
A mediados del siglo XVI, el rey
Juan III de Portugal decidió regalarle su elefante al archiduque
Maximiliano de Austria aprovechando su estancia en Valladolid. El elefante,
de nombre Salomón y más tarde Solimán, atravesó
Portugal y Castilla, el Mediterráneo, Italia, los Alpes y finalmente
el Danubio hasta Viena.
El elefante camina en silencio escuchando
a su memoria, siempre el recuerdo, siempre el silencio y la observación
de los hombres.
Cuando Saramago recibió el
Nobel se acordó de aquel abuelo analfabeto al que recordaba como
el hombre más sabio que había conocido.
Cuando a Saramago le preguntaron
si imitaría a su abuelo abrazando a cada uno de sus árboles
antes de morir, dijo que no porque sería insultarle.
El recuerdo no es imitar.
Cuando Saramago escribió
‘El viaje del elefante' lo empezó con una dedicatoria a su mujer,
Pilar: gracias por no dejarme morir.
Luego empieza el libro: siempre
acabamos llegando a donde nos esperan ..
Cuando Saramago habló en
la Universidad Menéndez Pelayo empezó así “la vida
es el río que nos lleva mientras dirigimos nuestra barca hacia un
lado u otro, hacemos paradas, creemos dominarla y nos sentimos grandes.
Pero, no se engañen, quien nos lleva es siempre el río. Ahora
comenzaré a contarles la historia de mi vida y el porqué
estoy aquí...».
En aquella ocasión habló
del Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres. Luego, tiempo después,
cuando presentó la novela explicó que Salomón, sobre
el que giran todos los personajes, nos habla desde su silencio. “Entre
hablar y callar, un elefante siempre preferirá el silencio, por
eso le habrá crecido tanto la trompa, además de transportar
troncos de árboles y trabajar de ascensor para el cornaca tiene
la ventaja de representar un obstáculo serio para cualquier descontrolada
locuacidad”.
Pero eso no habla el elefante, Salomón,
sino Subhro o Fritz, su cornaca o álter ego, que mantiene vivo el
recuerdo de la India. El silencio y el recuerdo.
El archiduque Maximiliano decide
llamar a Salomón, necesita dormir una siesta mínima de dos
horas, camina sin prisa, y aunque viaje de Lisboa a Viena, el elefante
tiene su memoria en la India, “una India que suceda lo que suceda (...)
permanecerá intacta en su interior”.
Una niña vienesa corre hacia
él, y éste la toma por la trompa para evitar pisarla. La
razón del viaje.
“De repente, una niña
de unos cinco años, se supo más tarde que ésta era
su edad, que asistía con los padres al desfile del cortejo, se soltó
de la mano de la madre y corrió hacia el elefante. Un grito de susto
salió de la garganta de cuantos se dieron cuenta de la tragedia
que se preparaba, las patas del animal derribando y aplastando el pobre
cuerpecito, el regreso del archiduque señalado por una desgracia,
un luto, una terrible mancha de sangre en el escudo de armas de la ciudad.
Era no conocer a salomón. Enlazó con la trompa el cuerpo
de la niña como si la abrazase y la levantó en el aire como
una nueva bandera, la de una vida salvada en el último instante,
cuando ya se perdía. Los padres de la niña, llorando, corrieron
hasta salomón y recibieron en los brazos a la hija recuperada, resucitada,
mientras todo el mundo aplaudía, no pocos deshaciéndose en
lágrimas de incontenida emoción, algunos diciendo que aquello
había sido un milagro, y esosin saber aquel que salomón había
cometido en padua, arrodillándose a la puerta de la basílica
de san antonio. Como si todavía le faltara algo al desenlace del
dramático lance al que acabamos de asistir, se vio al archiduque
bajar del coche, darle la mano a la archiduquesa para ayudarla a bajar
también, y los dos, juntos, con las manos entrelazadas, se dirigieron
hasta el elefante, que las personas seguían rodeando y festejando
como el héroe de ese día y que lo será por mucho tiempo
más, pues la historia del elefante que en viena salvó de
muerte cierta a una niña será contada mil veces, ampliada
otras tantas, hasta hoy. Cuando las personas se den cuenta de la aproximación
de los archiduques se hará silencio y se abrirá paso. La
conmoción era visible en muchos de esos rostros, todavía
había algunos que se enjugaban con dificultad las últimas
lágrimas. Fritz había bajado del elefante y esperaba. El
archiduque se paró ante él, lo miró a los ojos. Fritz
bajó la cabeza y encontró ante sí la mano derecha,
abierta y expectante, del archiduque, Señor, no me atrevo, dijo,
y mostró sus propias manos, sucias por los continuos contactos con
la piel del elefante, que, pese a todo, era el más limpio de los
dos, dado que fritz ya perdió la memoria de lo que es un baño
general y solimán no puede ver un charco de agua sin que corra a
revolcarse en él. Como el archiduque no retiraba la mano, fritz
no tuvo otra solución que tocarla con la suya, la piel gruesa y
callosa de un cornaca y la piel fina y delicada de quien ni siquiera se
viste con sus propias manos. Entonces el archiduque dijo, Te agradezco
que hayas evitado una tragedia, Yo no he hecho nada, mi señor, los
méritos son todos de solimán, Así habrá sido,
pero imagino que en algo has ayudado, Hice lo que pude, mi señor,
para eso soy el cornaca, Si todo el mundo hiciera lo que puede, el mundo
sería, con certeza, mejor, Basta que vuestra alteza lo diga para
que ya sea verdad, Estás perdonado, no necesitas lisonjearme, Gracias,
mi señor, Que seas bienvenido a viena y que viena te merezca
a ti y a solimán, aquí seréis felices. Y con estas
palabras el archiduque se retiró al coche llevando a la archiduquesa
de la mano. La hija de carlos quinto está embarazada otra vez.”.
Y concluye Saramago: “la vida es un
viaje, un estar vivo, una especie de caminar”, para luego acabar como el
elefante, olvidado en Viena.
Una lección aprendida de
un elefante: no olvidar pasar por Italia, el rodeo merece la pena. Una
lección de un genio mientras se mira a una mujer: gracias
por no dejarme morir.
(Ver
video)
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