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EL DON JUAN Y SUS SECRETOS. El don Juan puede ser un buen padre de familia. LA VEJEZ DE DON JUAN. Don Juan se encuentra con una limitación física para sostener su seducción; ya no puede resistir el ritmo de una maratón amatoria. En el film de Scola, “La noche de Varennes”, vemos a un Casanova ya viejo -interpretado por Mastroianni-, quien se encuentra con una mujer joven que queda prendada de él, o quizás de su fama, y el eterno seductor, ya vencido, le dice: “te encontré demasiado tarde en la vida y vos me encontraste demasiado temprano”. EL SECRETO DE DON JUAN. El mérito mayor, si es que lo tiene, es su facilidad para halagar la sensibilidad femenina: saben darle a cada mujer lo que ella está necesitando. En este sentido son personajes camaleónicos que se metamorfosean con la persona que tienen al lado: perciben muy rápido los gustos, debilidades, preferencias y carencias de la mujer, y con esos datos manejan la relación. Con respecto a la sexualidad habría, en todo caso, una mayor actitud que aptitud. No se trata de que sea un superamante o un superdotado, sino de su habilidad especial para captar el tiempo sexual de su compañera. Los años pasan y si con 60 pretende seducir a mujeres de 20, no va a tener mucho éxito y quedará ridiculizado, fuera de contexto. Lo que hacen otros Casanovas es guardar el espíritu guerrero para una que otra ocasión en la que se permiten un desliz. Pero antes que nada se aseguran una buena contención afectiva a través del matrimonio y la paternidad: algunos llegan a ser excelentes padres. Otro aspecto a destacar es la actitud
frente al mundo varonil: también seduce a sus compañeros
desde su virilidad, contándole sus hazañas, presentando
sus nuevas conquistas.
La hipótesis más conocida atribuye al seductor crónico la búsqueda desesperada del personaje materno y el intento de recuperar a la madre en cada mujer. Pero, si esto se concretara en sus fantasías edípicas, inmediatamente tendrían que abandonarla porque de lo contrario significaría mantener relaciones con la mujer que lo ha traído al mundo, lo que los lleva a su eterna dificultad de amar a quien desean: son los que, acuciados por el fantasma del incesto, “cuando aman no pueden anhelar, y cuando anhelan no pueden amar”, en las palabras de Freud. El estilo seductor puede tomar los rasgos de una verdadera compulsión; en este sentido es que el psicólogo Stanton Peele los define como adictos, en el sentido de que la adicción “es una experiencia nacida de la respuesta subjetiva de un individuo a algo que para él tiene un significado especial, algo que le da tanta seguridad y confianza que sin ello no puede vivir”. El mito descubre así “una característica del imaginario erótico masculino, corporizado en la posesión, la dominación y el libertinaje, que habría de campear hasta nuestro propio siglo y sobre la que se fundamenta la conquista compulsiva”. A pesar de que el escritor Albert Camus decía que Don Juan se enamoraba de todas las mujeres, quizás intuimos que él cree estar enamorado; pero ese sentimiento es algo tan fugaz, que podríamos sospechar que nunca lo está. En todo caso constituye un deseo de tipo platónico: como verdadero amor nunca llega a concretarse. Platón decía que uno desea lo que no tiene; es lo que pasa con el Don Juan: una vez que posee lo que deseaba ya no le interesa más. Lo mismo ocurre si la mujer se enamora
de él, esto es suficiente para que él la abandone. A veces
ni es necesario que hayan mantenido relaciones sexuales, basta que le demuestre
que estaría dispuesta a hacerlo para que se torne una victoria para
él. Si la mujer que elige como presa le es indiferente, o no cede
ante su artillería seductora, el Casanova se vuelve obstinado. Lo
más probable es que si lo rechazan se encapriche y, valiéndose
de todas sus artes, insista hasta conquistarla.
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