DIVORCIADA CON NIÑOS PEQUEÑOS.

Encerrada entre dos mundos.

Mi ex marido me dejó por se secretaria, veinte años más joven que él. El pobre ni para eso ha sido original en la vida.

Tardó tres meses en pensárselo. Cuando se quiso dar cuenta se dijo “a mi no me vuelve a pasar esto”, cogió las maletas y se fue.

Le apreté bien las tuercas durante el juicio y me paga una pensión y lo de los hijos. Si me caso pierdo la pensión, pero es que además no me apetece meter en casa un noviete para que conviva con mis hijos. Si la cosa no funciona le verán a él y detrás de él a otros más. Esto no es bueno para los niños, máxime ahora que son pequeños.

El otro día llama a la puerta mi ex para decirme que “la jovencita le ha dado puerta”. Le digo cariñosamente ¿qué se te acabó el viagra o el tinte del pelo?.

No se si tiene la cara dura de venir a que le consuele o que quiere recuperar el puesto después de la excedencia. Seguramente le hacen pupa las dos pensiones que tiene que pagar por “polígamo”.

Tengo varias amigas más generosas que yo que les han puesto la alfombra roja para que vuelvan. Borrón y cuenta nueva. Las mujeres no podemos soportar aquello de “es el padre de mis hijos”. Pero a mi me pilla tarde. 

Tengo un novio, también divorciado con hijos pequeños. El tampoco quiere que sus hijos conozcan a una detrás de otra, así que nos vemos cuando podemos y cada uno es su casa.

Ya no me acordaba de lo que era ser novios. Vamos al cine y nos damos la mano, me manda flores, me envía emails a diario, me lleva a cenar, lo que venga, y luego cada pájaro a su nido. Si me cuentan esta historia hace veinte años hubiese dicho “menudo pedazo de pendón”. Y ahora me veo envuelta en esta tontería para cuarentones.

Lo peor de todo es que si tengo que optar entre tragarme el sapo y volver con mi ex y esta vida de divorciada discreta la opción está clara. Y en este momento de lucidez mental suena el teléfono, es mi ex y me dice el muy ... “cancela todos tus planes, nos vamos con los niños este fin de semana a Disneyland Paris”.