DEL AMOR AL CEREBRO, PASANDO
POR LA MÉDULA.
Estudios científicos de alivio
de dolor en médula producida por sentimiento de amor.
Los sentimientos intensos
y apasionados de amor pueden proporcionar un alivio para el dolor de forma
similar a los analgésicos o a ciertas drogas como la cocaína,
según un estudio del Centro Médico de la Universidad de Stanford
que se publica en la revista 'PLoS ONE'.
Según explica
Sean Mackey, responsable del estudio, "cuando las personas se encuentran
en la fase del amor más apasionada existen alteraciones significativas
en su estado de ánimo que impactan sobre su experiencia del dolor".
El investigador explica
que ahora se comienza a distinguir algunos de estos sistemas de recompensa
del cerebro y cómo influyen en el dolor. Son sistemas antiguos y
situados profundamente en el cerebro y en los que participa la dopamina,
un neurotransmisor que influye sobre estado de ánimo, recompensas
y motivación.
Los autores explican
que las áreas del cerebro activadas por el amor intenso son las
mismas que los fármacos utilizan para reducir el dolor. "Cuando
se piensa en el ser amado existe una intensa activación en el área
de recompensa del cerebro, la misma área que se activa cuando se
toma cocaína y cuando se gana mucho dinero", añade Arthur
Aron, coautor del estudio.
Los investigadores
reclutaron a 15 universitarios, ocho mujeres y siete hombres, y les pidieron
que trajeran fotos de sus enamorados y de un conocido de igual atractivo.
Los autores después expusieron sucesivamente las imágenes
ante los sujetos mientras que calentaban un estimulador térmico
controlado por ordenador y situado en la palma de la mano para causar un
dolor leve. A la vez, los cerebros de los participantes eran escaneados
a través de imágenes de resonancia magnética funcional.
Los voluntarios fueron
evaluados según sus niveles de alivio del dolor mientras eran entretenidos
con una tarea de asociación de palabras como pensar en deportes
en los que no se utilizaran balones. Existen evidencias de que la distracción
alivia el dolor y los investigadores querían asegurar que el amor
no sólo funcionaba como una distracción del dolor.
Los resultados mostraron
que tanto amor como distracción reducían de forma igual el
dolor y en mayor medida que cuando se concentraban en la foto del conocido
atractivo pero los dos métodos de reducción del dolor utilizaban
mecanismos cerebrales diferentes.
Younger señala
que con la prueba de distracción, los mecanismos cerebrales que
conducen a la liberación del dolor eran en su mayor parte cognitivos.
La reducción del dolor se asoció con partes corticales superiores
del cerebro.
"La analgesia inducida
por el amor está mucho más asociada con los centros de recompensa
del cerebro y parece implicar aspectos más primitivos del cerebro,
activando estructuras profundas que podrían bloquear el dolor a
un nivel espinal, de forma similar a como funcionan los analgésicos
opioides", explica el investigador.
Una de las localizaciones
claves en la analgesia que induce el amor es el núcleo accumbens,
un centro de recompensas de la adicción para opioides, cocaína
y otras drogas de abuso. "La región señala al cerebro que
necesita seguir haciendo esto", añade Younger.
Los autores señalan
que estos resultados indican que no hace falta apoyarse en los fármacos
para aliviar el dolor. "Las personas sienten recompensas intensas sin los
efectos secundarios de los fármacos", concluyen Aron.
"Cuando la gente se encuentra en
esta fase apasionada del amor, se producen alteraciones significativas
en su humor que impactan en su experiencia del dolor", explica en una nota
de prensa Sean Mackey, investigador de la Universidad de Stanford (EEUU)
y principal autor del trabajo.
Según sus palabras, esto
no significa que en un breve espacio de tiempo puedan sustituirse los medicamentos
para el dolor crónico por un amor apasionado. Los hallazgos, continúa
el investigador, permitirán más bien seguir avanzando en
la comprensión de la siempre complicada biología del dolor.
"Hemos visto que las áreas
del cerebro que se activan con un intenso amor son las mismas a las que
se dirigen los fármacos para aliviar el dolor", corrobora Arthur
Aron, de la Universidad de Nueva York y otro de los firmantes del estudio.
La idea de comenzar esta investigación
surgió cuando Mackey -un experto en el estudio del dolor- coincidió
en un congreso con Aron -que llevaba años estudiando las consecuencias
del amor- y ambos comprobaron que sus estudios tenían muchas cosas
en común.
Juntos pusieron en marcha un experimento
con estudiantes universitarios. A través de anuncios, reclutaron
a un grupo de 15 alumnos "que se encontraran en los primeros nueve meses
de una relación romántica".
"Nos centramos intencionadamente
en esta primera fase del amor. No buscábamos amores más maduros.
Queríamos individuos que estuvieran sintiéndose eufóricos,
enérgicos, que pensasen todo el tiempo en la persona amada", comenta
Mackey.
Cada participante debía acudir
a las pruebas con una foto de su pareja y otra de un conocido. Acto seguido,
los investigadores sometían a los jóvenes a pequeñas
molestias dolorosas mientras iban alternando ambas imágenes en una
pantalla.
Además, también les
pidieron que realizaran tareas de distracción –como pensar en deportes
en los que no se utilizara un balón- mientras sufrían las
molestias, con el objetivo de comprobar si esas distracciones también
eran capaces de aliviar el dolor.
En todo momento se registró
la actividad de sus cerebros a través de resonancias magnéticas.
Los resultados mostraron que, al
contrario que la contemplación de un conocido, tanto ver a la persona
amada como concentrarse en una tarea mental, eran capaces de reducir la
sensación del dolor. Sin embargo, los mecanismos de actuación
de ambos factores eran bien diferentes.
"Con los test de distracción,
los caminos que llevaban a un alivio del dolor eran principalmente cognitivos",
explican los investigadores. "La analgesia inducida por el amor se asociaba
en cambio con los centros de recompensa del cerebro. En este último
caso parecen estar involucrados aspectos mucho más primitivos del
cerebro, que activan estructuras profundas que pueden bloquear el dolor
en la médula espinal, de forma similar a como actúan algunos
analgésicos", subrayan.
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