|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Muchas historias para decirte
que yo te quiero más.
> Un hombre sólo es realmente un hombre cuando lo da todo por una mujer.
|
|
LA CULTURA DE LA INMEDIATEZ La cultura de la inmediatez consiste en obtener de forma rápida y sin esfuerzo lo que se desea. Antes había que montar un juego, colorear los muñecos, emplear tiempo y paciencia para jugar. Ahora basta con encender un botón y la respuesta es automática. No hay que esperar, todo es instantáneo. Esta cultura de la inmediatez es contraria a la cultura del tiempo y el esfuerzo. Para conseguir algo hay que esforzarse, para obtener un buen resultado hay que emplear tiempo y armarse de paciencia. Todo tiene que ser conseguido inmediatamente, perdiendo la cultura del deseo, la cultura de la ilusión y sin ilusión no hay emotividad. Es justo lo contrario de lo que le pedía el zorro al Principito: "si vas a venir a visitarme, dime a que hora, si me dices a las cinco, a las cuatro empiezo a ser feliz". Es lo que los expertos en marketing llaman la cultura del "video-clip" en los que la sucesión de las imágenes permite no tener que pensar, no da tiempo para pensar, para reflexionar en ninguna de las imágenes. El placer o el éxito del producto implica no tener que pensar. Si llevamos esta cultura de la inmediatez al lado emocional nos encontramos con una generación que se enfrenta al deseo de un modo mecánico, sin motivación o reflexión. Lo quiero ahora y si no lo consigo reacciono violentamente. Es difícil contrarrestar estas conductas en una sociedad dominada por la inmediatez, pero en la edad adulta esta impaciencia puede generar problemas mayores. Ya no basta con satisfacer necesidades.
Ha de ser inmediatamente y los padres no tenemos tiempo para entrar en
conflictos e intentar hacer razonar a un menor.
De esta forma el padre se convierte en el “padre proveedor” sometido a una cultura donde la felicidad es sinónimo de consumo. Aparecen los niños hiperregalados, eternamente insatisfechos, que crecen en un mundo irreal de abundancia que no comprenderán que desaparezca en la madurez. A la larga, ante la imposibilidad de mantener estos niveles de satisfacción en la madurez, la abundancia puede ser generadora de insatisfacción, de infelicidad. El logro del todo sin esfuerzo durante la infancia, facilitado por el “padre proveedor” perjudicará la proyección de valores. La permisividad genera intolerancia
al no. La no concesión del deseo genera angustia y genera una actitud
violenta para conseguir lo deseado, incluso forzando al “padre proveedor”
a conseguirla.
|
|
|