|
¿SE LO CUENTO TODO?
Menuda pregunta.
Cada vez llegan más hombres
y mujeres con esta pregunta. Son personas con una experiencia vital de
la que no quieren renunciar, ni ocultarla ni avergonzarse, y además
quieren sincerarse con la otra persona.
Pero saben que el precio de la sinceridad
puede ser la ruptura de una relación sentimental. Hay situaciones
que muchas personas no aceptarían nunca y en esos momentos hay que
optar entre la sinceridad, que significa la ruptura, o el silencio, ocultando
una parte de nuestras vidas para siempre.
En muchos casos hay prejuicios sociales
hacia la sexualidad, pero cada vez son menos. En cambio aumentan otros
prejuicios de tipo moral y aquí es frecuente encontrarse con actitudes
que reprochan actuaciones en relaciones de pareja anteriores o decisiones
sobre el hecho de la maternidad. Muchas personas reprochan a sus nuevas
parejas que en su relación anterior no hubiesen sido fieles. No
es algo que les afecte directamente, pero les hace juzgar moralmente a
otra persona. Otras veces se cuestionan decisiones sobre las que hay una
gran controversia social entre personas religiosas y no religiosas a pesar
de estar reguladas legalmente.
El problema en las personas adultas
es que no se trata de ocultar un error de la juventud, sino de una actitud
aceptada y meditada. El precio de sincerarse supone un dolor inmenso en
la otra persona, pero a cambio esa persona sabe que sólo recibe
sinceridad, aún a riesgo de perderlo todo.
Hasta ahora el consejo social ha
sido “calla y si se descubre lo niegas todo”. Pero ahora la gente quiere
ser dueña de sus vidas y ocultar es avergonzarse, así que
anteponen la verdad a todo lo demás. Me decía una señora
recientemente que había dicho a su pareja: si me quieres, me aceptas
como soy, pero no me juzgues, mi único juez soy yo.
|
|