BEBER.

BEBER. EL VASO ES LA CLAVE.

El vaso determina en gran medida la velocidad con la que se bebe.

Según un estudio de la Universidad de Bristol (Reino Unido) publicado en la revista PLoS One, que recoge las observaciones de un grupo de 159 hombres y mujeres, “el tiempo de ingesta se ralentiza casi un 60% cuando las bebidas alcohólicas se presentan en vaso recto en vez de en copa”.

Los participantes recibieron media pinta (una cantidad algo superior a nuestra caña) de cerveza o refrescos, servida en dos tipos de vasos, copas curvas y tubos rectos, y se les pidió que tomaran la bebida a su ritmo habitual. La gente que bebía refrescos, tanto en copa como en vaso recto, los acabó, más o menos, al mismo tiempo. Sin embargo, los bebedores de cerveza se comportaron de manera muy distinta. Los que estaban bebiendo en vasos rectos se tomaron su cerveza en unos 11 minutos. Por el contrario, aquellos que estaban bebiendo en copas curvas sólo necesitaron siete minutos para liquidar sus medias pintas.  

Los científicos creen que la rapidez con la que se bebe tiene mucho que ver con la percepción que tenemos sobre la cantidad de alcohol que queda en nuestro vaso. Los bebedores, de forma casi inconsciente, están pendientes de cuánto alcohol están ingiriendo, una tarea que se ve dificultada por las copas curvas, que hacen más difícil saber cuánta cerveza queda, pues es casi imposible, por ejemplo, saber cuándo se alcanza la mitad del vaso. En definitiva, tal como explica la doctora Angel Attwood, autora principal del estudio, “la habilidad de controlarse puede verse dificultada cuando se bebe en determinados tipos de vasos”.

Para comprobar toda esta teoría los investigadores invitaron a los participantes del estudio a realizar otra prueba, en la que debían juzgar, a través de un ordenador, cuánto líquido quedaba en las fotografías de distintos recipientes. Los participantes debían valorar si los vasos estaban medio llenos o medio vacíos. Como era de esperar, hubo muchos más errores en la percepción de los vasos curvos, y lo que es más importante, los participantes que más erraron en la percepción del líquido que quedaba eran a su vez los que más cambios habían mostrado en su velocidad de ingesta. Por ello los investigadores aseguran que la percepción de cuánto líquido queda en el vaso determina en gran medida la velocidad con la que se bebe.

Los investigadores aseguran que su estudio es importante en la medida en que podría ayudar a que la gente no beba tan rápido, pues la velocidad con la que se ingiere alcohol determina en gran medida cuánto se bebe en una noche, y por tanto, la intoxicación etílica que se alcanza. La doctora Attwood cree que “aunque mucha gente bebe alcohol de forma responsable, no es difícil tomar alguna de más y acabar intoxicado”. Por ello, mejor elegir vasos rectos. 
 

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