ADÁN EN EL PARAÍSO
Adán un domingo por la mañana.
Andaba Adán por el paraíso,
solo, escuchando un concierto por sus auriculares mientras que paseaba
por los acantilados mirando al mar. Cuando estaba cerca del mar y podía
escucharlo se los quitaba por respeto al ruido de las olas.
Bueno, no andaba solo, sino consigo
mismo, como decía Benavente cuando le preguntaban si iba solo.
Si quería ver gente, la veía,
hasta que se le quitaban las ganas de escuchar las mismas historias, todas
contadas en primera persona, todas iguales, mundos vistos desde soledades
compartidas.
Y de pronto se dijo, ¿y si
hubiese una Eva?.
Y lo demás ya se sabe, las
manzanas, los problemas cainitas con los hijos …
Parecer ser que los domingos, Adán
cogía sus auriculares y volvía al paraíso, aunque
también se cuenta que iba a ver un partido un domingo por la tarde,
o de caza, o hacer deporte, o a coleccionar sellos. A lo mejor es que hay
muchos Adanes y muchos paraísos, aunque ellas dicen que visto un
Adán, vistos todos. Pero basta mirar por la ventana un domingo
por la mañana para ver la cantidad de aficiones que tienen los Adanes
los largos domingos lejos de Eva.
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