VIAJE A UN JARDÍN DE BESOS

Lo único importante son los besos.

La soledad de los viajeros les hace ver lo que pasa desapercibido.

Era una tarde de domingo de un día de primavera. 

El viajero paseaba solo por un parque en el centro de la ciudad. 

De repente se sintió rodeado de besos.

Todos los bancos estaban ocupados con parejas besándose, sobre la hierba había multitud de parejas besándose. 

Parecía un concurso de besos. Algo similar a los concursos fotográficos o de pintura que con frecuencia llenaban el mismo parque de fotógrafos o de caballetes de pintura.

Todas las parejas eran tan jóvenes como viejo era el viajero.

Cuentan los que han pasado una guerra que sueñan con ella, pero que las caras permanecen inalterables en los sueños. Con los años se despiertan con pesadillas porque se ven matando a niños, a jóvenes.

Los besos del jardín eran de niños y de jóvenes.

El viajero les miraba al pasar, pero ninguno de ellos miró al viajero.

El viajero se sabía insignificante, invisible y solo. 

Lo único importante son los besos.