VIAJE A LA SANGRE DEL PELÍCANO

El destino de ser padre.

Cuenta la leyenda que el pelícano, en época de necesidad, cuando ya no encuentra nada que comer, se pica en el pecho para alimentar con su sangre a sus criaturas.

Decía un texto antiguo que apareció hace siglos en Alejandría: "Los pequeños pelícanos golpean a sus padres, y los padres, en represalia, los matan. Pero al tercer día, la madre pelícano abre su costado y derrama su sangre sobre sus crías. De esta manera son revivificados y sanados”. 

Estas fábulas han corrido de boca en boca como una verdad incontrovertible y fue fuente de los símbolos utilizados en las obras de arte en la Edad Media.

El viajero lo contaba como una verdad absoluta no sólo de pelícanos, sino de cualquier animal con dos o cuatro patas.

Siempre contaba que en una exhibición de águilas sobre un pequeño lago dio la casualidad de que en el momento en que pasaba uno de estos monstruos a toda velocidad había una pata con sus patitos. La pata se puso en vertical e hizo frente al águila para salvar a sus crías. Por fortuna, el águila era una artista profesional y ni se inmutó.

Decía el viajero que cuando una persona quiere tener hijos sabe que está tirando una moneda al aire, pero salga como salga, dará la sangre por ese hijo, se lo merezca o no.

Y luego gritaba ¡y el que no lo haga no merece ser padre!

Por eso, cada vez que vimos un cuadro, un escudo o cualquier estatua con el símbolo del pelícano, siempre decía refunfuñando: el destino de ser padre.