VIAJE AL MOMENTO PRESENTE

No vuelve a ser vivido, sólo a ser recordado, y faltan los colores.

Mira el techo. Míralo fijamente, me dijo el viajero.

Era blanco mate. Del centro colgaba una lámpara de oro viejo con tres bombillas. Cerca había dos arañas.

Me hizo mirarlo durante un buen rato.

Ahora cierra los ojos.

De repente todo era negro.

¿Recuerdas la imagen del techo?

Sí había una lámpara y dos arañas.

No, te pregunto si recuerdas el color blanco.

Tenía los ojos cerrados y todo era negro.

No abras los ojos.

Intenta recordar el color blanco, intenta reproducir la imagen tal y como la veías.

No pude ver el blanco, sólo recordaba lo que había visto.

Mi memoria no podía mostrarme una foto del techo que había visto. Era un recuerdo descolorido.

Abre los ojos, me dijo el viajero.

Volví a ver el color blanco. Ese color que no conseguía ver con los ojos cerrados.

¡Qué alivio me supuso volver a ver el color blanco de nuevo!

Pues así sucede con los recuerdos, me dijo el viajero, por eso es tan importante saborear el momento presente, porque no vuelve a ser vivido, sólo a ser recordado, y faltan los colores.