VIAJE 38 AÑOS ATRÁS

Nos recordaremos como hoy recordamos al joven barbudo de jersey estrecho y pantalón de campana. 

Ella quiso regalarle una noche de recuerdo y se lo regaló sin avisarle, dejando que las cosas pasasen. 

El viajero no había vuelto a aquella ciudad desde hacía 38 años. 

Por entonces era un veinteañero con barba universitaria, jersey de pico estrecho y pantalón de tela acampanado. En las fotos se le ve más metido en carnes que ahora.

Era un joven que tuvo la suerte de acudir a un acto histórico, de tratarse con los protagonistas de aquel momento, de compartir mesa y mantel con las gentes de allí que llevaban décadas esperando aquel instante de libertad, vio la historia de cerca, la tocó con las manos. El estuvo allí y mientras estaba sabía que siempre recordaría aquel momento que hoy aparece en los libros de historia.

Ella le quiso regalar una noche idéntica a aquella de hace 38 años, pero le puso una condición. Aquella noche de juventud la pasó sin dormir, así que tenía que demostrar que podía volver a hacerlo.

Pasaron la noche en vela y se volvieron a mojar los pies en el frio mar del norte. 

Pasearon descalzos por la arena recordando el viaje de juventud. Fueron al barrio antiguo y se cruzaron con la misma juventud de siempre, con las pocas ganas de dormir de siempre en la juventud.

El viajero lo recordaba todo como se recuerdan las hazañas de juventud. Esos hechos engrandecidos en la memoria. Un día especial en que el joven viajero participó junto a personas que estaban cambiando el destino. Ella escuchaba pacientemente.

Cuando el viajero vio amanecer desde la playa se sintió como si volviese a nacer. 

Los dos islotes cerraban la bahía perfecta y desde un extremo de la playa se veía el sol que cubría de rojo el cielo oscuro.

Desayunaron con el hambre que da una noche en vela.

El viajero se detuvo un momento en la playa y se preguntó la terrible cuestión que todos nos hacemos con la edad: ¿qué he hecho es este tiempo?, ¿eran estos mis planes?

Seguramente el viajero de entonces y el de antes no son los mismos. El tiempo nos transforma. También nos cambia saber que ya no habrá otros 38 años para intentarlo.

Entonces ella le adivinó el pensamiento y susurró que sí, que queda una larga vida por vivir y que entonces, cuando volvamos a esa playa, nos recordaremos como hoy recordamos al joven barbudo de jersey estrecho y pantalón de campana.