14 de agosto  de 2017

VIAJE A LA JUVENTUD

Eso es la juventud, no tener miedo. Lo que daría un viejo por no sentir tanto miedo.

Después de cenar fueron a bailar a un pueblo lleno de historia. Ella le llevó a pasear junto al gran monumento y al cruzar la calle ya estaban en un parque donde se celebraban las fiestas del pueblo, la verbena.

En pleno verano hacía tanto frío que empezaron la noche muy abrigados. La acabaron en camisa después de horas sin parar de bailar.

La banda era muy animada y no paraban de tocar canciones muy bailonas. 

Hicieron subir al escenario a uno jovenzuelos que tenían todas las ganas de vivir y pasarlo bien que se tienen antes de los 20. 

Era una pandilla de chicos y chicas llenos de alegría, de esa alegría contagiosa que hizo que todo el mundo bailase sin parar.

Los ojos del viajero vieron el paso del tiempo. Se reconoció a sí mismo como uno de aquellos chavales que años antes habían hecho lo mismo.

Era yo. ¿Ya no lo soy? Se preguntó el viajero. 

Somos lo mismo en movimiento. Somos como un canto de río que a fuerza de rodar va limando las aristas, va perfeccionándose a fuerza de pulirse.

Uno mira atrás y ve aquellas cosas por las que uno se reía cuando uno se ríe de todo. 

Vistas con el tiempo se recuerdan como chiquilladas, pero chiquilladas llenas de magia y alegría. Son esas cosas que los mayores cuentan una y mil veces. Esa batallita tan divertida y tan lejana.

¿Me da envidia? Se preguntó el viajero viendo bailar a los jovenzuelos.

No tenían preocupaciones de nada, no les dolía nada, dormían por la noche de un tirón, seguro que no estaban pendientes de la pastilla de la hipertensión. 

Sus caras eran lisas. Sus cuerpos podían con toda la noche de baile y mucho más. 

Pero no era esa la envidia que sentía el viajero. Ni siquiera tenía envidia por esa alegría contagiosa y esas caras de felicidad que se le pone a uno cuando está pasando la mejor noche del verano. 

El viajero tenía envidia porque tenían toda la vida por vivir, toda la vida por delante. Eso que se siente cuando uno empieza un nuevo camino. Esa ilusión de iniciar algo. 

Y además no había miedo en sus caras. 

Eso es la juventud, no tener miedo. 

Lo que daría un viejo por no sentir tanto miedo.
 


 

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