11
de agosto de 2017
EL DILEMA DEL TIEMPO EN LA PAREJA Si no hubiese más remedio que elegir entre el pasado y el futuro. ¿Lo vivido o lo que queda por vivir? Si no hubiese más remedio que elegir sería difícil decidir. El pasado es lo que somos, para bien o para mal. Cuando acudimos a un lugar con recuerdos es inevitable no recordar, aunque muchas veces los recuerdos deban esconderse o no se puedan compartir. Renunciar a la memoria es dejar de ser uno mismo. En los grandes incendios son muchas las personas que lo único que cogen de sus casas antes de huir es el álbum de fotos. Por otra parte, lo que nos queda por vivir va unido al miedo a que pase algo que nos impida seguir cumpliendo con nuestro proyecto vital. Los enfermos terminales saben que no pueden vivir mucho, pero siempre expresan su deseo de vivir hasta que algo personal suceda, como ver a sus hijos casados. Ese hecho es tan importante en su proyecto vital que temen irse sin haberlo visto cumplido. En la relaciones de pareja lo vivido es un lazo muy fuerte y difícil de romper, pero para algunas personas la evolución personal crea fronteras y es posible que uno de los dos entienda que no es viable seguir con su proyecto vital si continua al lado de la persona que forma todo su pasado. En ese momento hay que decidir, el pasado o el futuro. O seguir con la vida conocida o asumir una vida llena de riesgo y sin ningún vínculo con el pasado. ¿Una segunda oportunidad? ¿Un rechazo al pasado? ¿Un deseo de rejuvenecer y revivir experiencias conocidas como la paternidad? Es una decisión
complicada. El pasado no es garantía de un buen futuro. El futuro
no garantiza que sea mejor que el pasado. En la mayoría de los casos
los hombres prefieren no romper con el pasado y lo hacen por toda clase
de razones, desde los hijos al coste económico. Pero también
es cierto que muchos de estos hombres que no han roto con el pasado reconocen
en privado que cada día se acuestan pensando en lo que podía
haber sido con aquella mujer que se dejó escapar.
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