HABLAR CON UNO MISMO

Se ha demostrado que siempre que no sea excesivo no es malo. 

Hablar con uno mismo es útil para pensar mejor y tomar decisiones. En algunos casos hay personas que llegan a hablar consigo mismos incluso en voz alta.

La gran ventaja de hablar solo es que se están exteriorizando los sentimientos, se los está metiendo en palabras, se los está sacando uno la cabeza poniendo orden en la versión que se tiene de la realidad. 

La realidad no es absoluta y hay que meditar sobre los hechos para poder valorar lo que verdaderamente es real. Es una forma de reflexionar pero por medio de un diálogo ficticio con uno mismo en el que van surgiendo los pros y los contras de los problemas que nos afectan.

Nuestra memoria sentimental está cargada de sentimientos y hay formas de sacarlos al exterior. Un abrazo es una de ellas. Otra forma es reconvertir la memoria sentimental en memoria verbal (poner en palabras) o memoria visual (expresarse mediante la pintura). Ambos casos forman parte de un diálogo emocional interno.

Al reconvertir los sentimientos en palabras evitamos que se queden dormidos en nuestra mente sin haber sido asimilados o comprendidos. Hay que ponerlos en orden al igual que colocamos los muebles de una habilitación. Este proceso implica una mayor salud mental.

Hablar solo no es un síntoma de soledad o de no tener amigos, es una manera de organizar o aclarar las ideas. 

Precisamente los extrovertidos exteriorizan mucho sus ideas y estados de ánimo porque necesitan mayor cantidad de estímulos sensoriales para conseguir el equilibrio personal, así que acaban hablando solos o con el perro, el gato o con las plantas.

En el caso de los tímidos es todo lo contrario. Prefieren el silencio. Es otra forma de reflexionar poniendo calma en la mente.