24 de mayo de
2017
NEMO, EL PADRE QUE SE HIZO MADRE El caso de un pez payaso llamado Nemo que se quedó solo al cuidado de su hijo. Cuando vemos la película Nemo, en que un padre se queda solo con su hijo, una vez que un gran pez se ha comido a la hembra y al resto de huevos, se abren muchas reflexiones. Una de ellas es la labor de madre que tiene que ser cubierta de algún modo por un padre que tiene que hacer de madre, como las madres tienen que hacer de padre cuando éste falta. Esta es la solución del cuento de Nemo, pero la respuesta genética de los machos en peces payaso es curiosa y ha sido analizada por los científicos. Los peces payaso son monógamos y llegan al punto de que si desaparece la hembra, a la tercera semana desarrollan gónadas femeninas mientras se atrofian hasta desaparecer los testículos y transformarse en una hembra. Esas dos semanas son un proceso de espera en que el pez payaso está nervioso pero no empieza a transformarse por si la hembra regresase. Si regresase quedaría en un estado intermedio, con los testículos en fase de degeneración y sin vuelta atrás. Cuando pasan esos días, el cerebro empieza a enviar las órdenes para el cambio: los genes que estaban en estado latente se manifiestan ordenando al cuerpo lo que debe hacer. Estas son las conclusiones de un
trabajo conjunto del Red Sea Research Center de la King Abdullah University
of Sciencie and Technology (Arabia Saudí) y el Instituto de Investigaciones
Marinas (CSIC). Gran parte de la investigación se llevó a
cabo en Yeda, una gran ciudad costera relativamente cercana a La Meca y
abierta al mar Rojo, el escenario donde fueron capturadas las 16 familias
de peces payaso objeto de estudio.
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