28 de junio de 2016

NO HA VENIDO NI EL TATO. 

Antonio Sánchez, El Tato. Un hombre que no se dejó vencer por la mala suerte.


Fuente diario ABC

Antonio Sánchez (1831 - 1895), El Tato, fue un torero sevillano que desde su alternativa en la antigua plaza de toros que había en la Puerta de Alcalá de Madrid, siempre estaba en todos los carteles y en los eventos sociales de la época. De hecho, ni cuando le amputaron una pierna tras una cogida dejó de asistir a todas las citas que podía ni se apartó de los ruedos.

Cuando el Tato no aparecía, se solía decir que no había venido ni el Tato.

El 7 de junio de 1869 toreaba con Lagartijo y Villaverde. En el cuarto de la tarde, el toro «Peregrino» de la ganadería de Vicente Martínez corneó al diestro en la pierna al entrar a matar. Días después de la cogida, la pierna se le gangrenó. La infección fue tan intensa que el 14 de junio hubo que amputarle la pierna a El Tato. La operación se realizó en su domicilio, en la calle de Espoz y Mina. «Era tal su hombría y entereza ante el doctor que no permitió que se le anestesiara y soportó la operación fumándose un habano», relataba años después este diario.

La admiración que por entonces se sentía hacia los toreros era tan fuerte, que la pierna amputada fue exhibida durante años, conservada en alcohol, en el escaparate de una botica de la madrileña calle del Desengaño. En el diario La Iberia se relataba cómo la pierna del Tato se perdió en un incendio en 1869.

Dos años después de la intervención, el Tato intentó volver a torear con una pierna ortopédica en Badajoz, pero no pudo ser y tuvo que arrastrarse hasta la barrera y romper a llorar. Pero no desistió y volvió a intentarlo en Valencia, el 4 de septiembre, y en Sevilla, el día 24 del mismo mes. Don Luis Montoto, que según José María Iribarren asistió al último intento en Sevilla, cita una copla popular en su libro Personajes, personas y personillas: «Anda que te mate el Tato, que te capee Cirineo y que te banderillee el Bato».

A pesar de su insistencia, la realidad su impuso y el Tato acabó de empleado en el Matadero de Sevilla. Murió con 64 años el 7 de febrero de 1895. Un hombre que no se dejó vencer por la mala suerte.
 


 

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