2 de junio de 2016

VIAJE A LO QUE NOS PERDIMOS

Con los años se valoran los pequeños placeres. Se tienen contadas las primaveras. 

Durante una tarde de primavera llena de sol el viajero comprendió de repente, como si se tratase de una revelación, que no había visto las rosas que aquel día habían nacido en su jardín.

¿Te das cuenta de que hoy no hemos visto las flores que han nacido en nuestro jardín?

Ella no le hizo mucho caso y salió corriendo a coger un avión que la llevaba a una feria de negocios en cualquier lugar frio de Europa.

Se está haciendo viejo, pensaría ella. Con los años se valoran los pequeños placeres. Se tienen contadas las primaveras, es decir, las veces que florecerá el rosal loco, el que llegó a la casa de un tirón porque creyeron que se sentía solo.

¿Te das cuenta de que hoy no hemos visto las flores que han nacido en nuestro jardín? Sí ya te he oído, mañana vamos, o dentro de unos días, no te preocupes.

No podía esperar, no quería ver sus rosas con prisa, quería sentarse frente a ellas y dejar pasar la tarde. Esas tardes lluviosas, esas tardes de sol frente a una flor.

Nos hemos perdido muchas cosas, decía el viajero. Tendríamos que haber plantado más rosales pero quisimos darles espacio, tierra, y nos quedamos con lo justo. 

¿Te das cuenta de que hoy no hemos visto las flores que habría en nuestro jardín? Eso es la vida, lo que vemos, lo que no vemos, lo que plantamos y lo que decidimos no plantar.

Pensando esto cerró los ojos para echar una cabezada frente a sus rosales. Antes de empezar a soñar miró a la tierra yerma y le pidió perdón por no haberla regalado una rosa loca.
 


 

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