8 de marzo de 2016

EN REALIDAD, OBRA DE CLARA SCHUMANN.

Brahms, el amor platónico por Clara y unos bolsillos llenos de caramelos.

Esta historia se llevó al cine en Pasión Inmortal dirigida por Clarence Brown en 1947, en la que Katharine Hepburn encarna a Clara Schumann. Posteriormente en 2008 en Clara de la directora Helma Sanders-Brahms, pariente lejana de Brahms.

Schumann se casó con la hija de su profesor de música, la gran pianista Clara Wieck. A Schumann le hubiese gustado ser pianista como su amigo Chopin, pero una lesión en la mano lo impidió, así que su esposa Clara le convenció para que compusiese.

Con el tiempo entablaron amistad con un joven Johannes Brahms de veinte años que se convirtió en uno más de la familia viviendo con ellos. 

Clara Schumann tenía entonces 34 años y ya era madre de seis hijos. 

Poco tiempo después empezaron los problemas mentales de Schumann y sus intentos de suicidio. 

Robert Schumann se arrojó al Rhin desde un puente en Dusseldorf. Lo rescataron, pero poco después lo recluyeron en un psiquiátrico en Endenich cerca de Bonn. 

Brahms viajó de inmediato a Dusseldorf a consolar a Clara que ya estaba esperando su séptimo hijo. 

Meses después, estando Clara en plena gira de conciertos, recibió una carta urgente de Brahms informándole del inminente fin de su marido. El 29 de julio de 1856 falleció Schumann a los 46 años. 

Brahms ya empezó a destacar como compositor. La pérdida definitiva de su amigo y protector, así como la de su propia madre, fueron la inspiración del réquiem alemán. 

Brahms nunca llegó a casarse, a pesar de mantener muchos romances, ni a componer una ópera así que decía “Hay dos cosas imposibles de realizar para mí: componer una ópera y  el matrimonio”. 

Dicen los biógrafos que Brahms estuvo enamorado platónicamente de Clara, que era catorce años mayor que él. Lo sorprendente de esta historia es que todo parece indicar que Clara comprendió que no podía echar sobre el joven genio la carga de una esposa y siete hijos. 

En el verano de 1853, a los veinticinco años, Brahms se enamorara de Agathe von Siebold, y se anunció el compromiso matrimonial. Pero Clara se presentó en Gotinga y Brahms se retractó sin ninguna explicación. 

Muchos años después Brahms confesó a Clara en una carta: “Debiera yo poner, debajo de mis mejores temas: ¡En realidad, obra de Clara Schumann! Cuando pienso en mi mismo, nada bueno se me ocurre, no digamos bello”.

¿Se puede decir algo más sincero a una mujer?

Al final de sus días, Brahms era un viejo solitario y huraño que siempre llevaba los bolsillos llenos de caramelos que regalaba a los niños en sus paseos por los bosques que rodean Viena.

Cuando Brahms cumplió los 63 años recibió la noticia de la muerte de Clara, que estuvo 40 años viuda y falleció en 1896. De inmediato emprendió el viaje que duró cuarenta horas para asistir al funeral en Bonn. Durante el entierro confesó a un amigo: “Ella fue la única persona a la que en verdad amé”.

A su regreso, sus amigos le notaron en el rostro un extraño color amarillento. Brahms moriría al año siguiente. Poco antes de fallecer nos dejó otra frase célebre: “Lamento morirme sin probar el último vino que me han enviado”.

Un año, sólo un año entre la muerte de Brahms y la de Clara.

¡En realidad, obra de Clara Schumann!
 


 

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