12 de diciembre de 2016

¡QUÉ CORTO FUE! ¡QUÉ INOLVIDABLE!

Regalar o dar las gracias.

¿Se puede dar las gracias con un regalo o precisamente es todo lo contrario?

En Grecia se tenía la costumbre de que el día del cumpleaños se ponían en los altares tortas redondas con velas encendidas. La creencia era que las velas de cumpleaños concedían deseos y traía buena suerte. Los romanos copiaron la tradición y así ha llegado hasta hoy.

Ya con las velas estaría bien, pero no, hay que regalar. Es una tradición y pobre del que se salga de las tradiciones.

Luego está el consumismo, que es el aprovechamiento comercial de las tradiciones para hacer caja. Así que cada vez hay más tradiciones para vender, que si día de los enamorados, cumpleaños, aniversarios, navidades, etc.

Regalar es maravilloso pero ¿por qué hay que hacerlo en navidad o en los cumpleaños? ¿Por qué lo hace todo el mundo? ¿Por qué es lo que se espera de nosotros? ¿Por qué hay que regalar algo que se pueda envolver? ¿No podría bastar con dar las gracias?

¿Hay mejor regalo para un padre que su hijo le dé las gracias por todos sus sacrificios? 

¿Hay mejor regalo para un enamorado que recibir las gracias por haber gastado todo lo que se tiene en un médico que pudo haber salvado una enfermedad?

¿Quién quiere regalos que acaban en un cajón y que aparecen olvidados al cabo de los años llenos de polvo?

El mejor regalo es un recuerdo. Es ver amanecer a la luz de unas velas que llenan una enorme tarta casera de chocolate en la que se ha escrito tu nombre.

El mejor regalo es saber que ella ha hecho la tarta y que nunca hizo antes ninguna otra.

El mejor regalo es que te suban a un tren y paren la lluvia para ver una ciudad que siempre se imagina con sol.

El mejor regalo es dar lo que no se tiene, algo que no tiene más remedio que ser mudo e invisible, algo que se recibe sin tocarlo, y recibir las gracias porque saben que ya no puedes dar nada más.

Por eso no queremos regalar en días especiales, ni dar ni recibir cosas, queremos coleccionar recuerdos y agradecimientos. Por eso sólo queremos regalar nuestro agradecimiento y nuestro recuerdo. Sólo hemos querido regalar la vida, los momentos, sólo tenemos este gran tesoro y lo compartimos con quien de verdad queremos. Ese es el regalo, el tiempo que nos dieron y que damos. ¡Qué corto fue! ¡qué inovidable!
 


 

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