11 de octubre de 2016

VIAJE AL PRIMER DÍA DE LOS HIJOS

El padre que permanece a través de sus hijos.

El viajero comprendió a su padre el día en que fue padre, como sucede a todos y cada uno de los padres.

Cuando llegaron los hijos el viajero se llenó las manos de sangre para estar con ella y para recibir a aquellas criaturas que llegaban a un mundo tan complicado, tan difícil.

El instinto protector surge en ese momento de una forma que ya no importa uno mismo, sólo importa la criatura que nace.

Cuando nacieron los hijos el viajero miró a la mujer como madre y comprendió a su madre. Los hijos somos pedazos de nuestras madres. 

Cuando el viajero anciano camina por el jardín y descubre una semilla que ha germinado durante la noche y que asoma sus pequeños tallos verdes, se arrodilla, la acaricia sin tocarla, humedece el suelo arenoso y ve la vida. 

Cuando el viajero ve los árboles que antes vio como semillas, los abraza, los corta las ramas con dolor, los abona, los riega, y ve como la vida sigue y como cada día viajamos al compromiso del primer día. 

¡Yo te protegeré! le dijo el viajero  con las manos llenas de barro a la semilla que había germinado la noche anterior, ¡yo te cuidaré de los vientos y del frio! y algún día tu me darás cobijo entre tus raíces, el uno en el otro, el padre que permanece a través de sus hijos.
 


 

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