15 de enero de 2016

VIAJE A LA PRIMAVERA EQUIVOCADA

Justo antes de que llegue el invierno.   

Entre el último día del otoño y el primero del invierno viajaron al sur y no pararon hasta llegar, pocos días después, a un lugar lleno de almendros en flor. Era algo excepcional, nadie recordaba unas floraciones tan tempranas. Los agricultores temían que el adelanto de las floraciones arruinase sus cosechas, pero el espectáculo era colosal, increíble. Una primavera equivocada.

El lugar era remoto, un lugar en el que se acaban las carreteras justo a las puertas de un mesón. Les dijeron que la única forma de seguir era por pistas forestales y mientras lo hablaban encendieron una gran chimenea con troncos gruesos de pino. Empezaron a arder de inmediato y la resina saltaba en forma de chispas por todas partes. 

Hablaron y hablaron con la gente del final del camino. Hablaron de los cortijos abandonados, de la soledad del pueblo, del sabor de la miel, de los hijos que se fueron a las ciudades. 

Para seguir escuchando adelantaron la comida con unos huevos fritos con patatas de verdad que saben de otra forma junto a una chimenea enorme repleta de troncos. 

Volvieron a una carretera y subieron a lo más alto de la montaña. Vieron la nieve a lo lejos, sintieron frio junto a los abetos y volvieron sin prisa a un pueblo que tiene un puerto pesquero desde el que un viajero infantil quiso escaparse para contar como era el mundo, pero el mar se embraveció, frenó al velero y no lo dejó salir del puerto devolviéndole a la realidad. 

Tomaron un café entre los veleros mientras caía la fría tarde del invierno. El viajero miraba a los veleros y se recordaba como si fuese otra persona, como siempre nos recordamos cuando la vida se alarga.

Al día siguiente ella se empeñó en llegar como cada año a la calle de la bruja buena. La calle que si se tuerce conduce por el camino equivocado. La anciana no estaba en su barandilla. Estaban sus hijos, que les dijeron que ya no recordaba. Les invitaron a pasar pero no se atrevieron. 

Nunca faltaron a la cita el mismo día, el mismo lugar. Ya no volvieron a ver nunca a la bruja buena, la que les enseñó que desde el otoño se llega a una primavera equivocada que hace florecer los almendros justo antes de que llegue el invierno.   
 


 

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