30 de junio de 2015

VIAJE AL ÚLTIMO RECUERDO 

No recuerdo tu nombre, sólo recuerdo nuestra canción.

Da miedo pensar que pueda llegar un día en que la desmemoria propia de la vida o la más terrible, la de una enfermedad como el alzhéimer, pueda borrar de nuestra cabeza el nombre de la persona más importante de nuestra vida. 

Quizás por eso insistía el viajero en que el alzhéimer no podía con la música, con una canción bailada y cantada a la vez. 

Trataba de explicar que la música se aloja en zonas del cerebro diferentes de donde se guardan los otros recuerdos y que por eso se salvaba. Nadie podía demostrar el motivo pero decía que los recuerdos que más perduran son los ligados a una vivencia emocional intensa. 

¿Y qué hay más emotivo que la música, qué está más unido a las emociones que la música?, preguntaba el viajero.

El viajero no quería ni olvidar ni ser olvidado. ¡Caer en el olvido es peor que morir!, refunfuñaba.

¡Y recordar es matarse!, añadía. 

Pero mientras queda el último recuerdo es como volver a vivir.

Cerraba los ojos y susurraba … se agarraba a los recuerdos. A todos, a los buenos a los malos. Todo era ella. Todo era parte de lo vivido.

Cerraba los ojos y veía amanecer a su lado.

No podía soportar que pudiese pasar algo que le hiciese olvidarlo. Tenía que ponerlo música para que no se olvidase.

Y ató el recuerdo con muchos nudos a una balada. 

Han descubierto que la música no se olvida …

Pasaron los años y una de las muchas noches que soñaba con ella le dijo: no recuerdo tu nombre, sólo recuerdo nuestra canción. Hoy tenemos veintitantos y vamos a ver amanecer al camino del agua. 
 


 

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