16 de octubre de 2015

LA PRINCESA VIKINGA QUE VINO A ESPAÑA

Y nunca se sintió en casa.

En 1256, el rey noruego Haakon IV aceptó casar a su princesa Kristina, de veinticuatro años de edad, con el castellano rey Alfonso X el Sabio, que tenía entonces treinta y cinco años y andaba pensando en repudiar a su esposa doña Violante por no darle hijos y de paso en hacerse con el trono del Sacro Imperio Romano Germánico. 

La Crónica de Alfonso X narró una versión legendaria muy distinta de la saga islandesa. 

Según la versión islandesa, el rey Alfonso, harto de esperar sin éxito que su mujer, Violante de Aragón, hija de Jaime I, le diera herederos, planeó repudiarla y casarse con una princesa noruega. Para ello, envió allí una embajada y el rey Haakon aceptó, encantado de dar por esposa a su hija Kristina al rey castellano y aspirante a la corona del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero cuando la princesa nórdica llegó a Castilla, Violante había dado a luz a Berenguela, la primogénita del matrimonio real.

Todo mentira. Esta versión es falsa, ya que en 1258, fecha de la llegada de la princesa Kristina a España, doña Violante ya tenía tres hijos, dos mujeres; Berenguela y Beatriz, y el primogénito heredero de la Corona, Fernando de la Cerda.

Recordarán nuestros lectores que la esposa, Doña Violante, se lo hizo pagar a Alfonso X convenciendo a su hijo Sancho para que le traicionase.

Un año después, en 1527, Kristina partió de Tönsberg con su dote de oro y plata, pieles blancas y piedras preciosas. Navegaron hasta Yarmouth, en Inglaterra, y cruzaron hasta Normandía, donde desembarcan y adquieren setenta caballos. Desde allí se van a visitar al rey de Francia Luis IX, que les aconseja no seguir por mar, sino por la ruta occidental de Gascuña. Le hacen caso por temor a los piratas y prosiguen viaje hasta Narbona y Gerona. 

Ya en Barcelona, Jaime I de Aragón le salió al encuentro con tres obispos. Recordamos que Jaime I de Aragón era el padre de doña Violante, la esposa de Alfonso X. 

Sigue camino de Castilla, y en Soria es recibida el 22 de diciembre por el obispo de la ciudad y por el infante don Luis. Siguen hasta Burgos y se hospedan en el monasterio de las Huelgas con doña Berenguela, abadesa del convento y hermana del rey. 

Kristina donó un cáliz de oro del ajuar para recién iniciada Catedral de Burgos.

Alfonso X, que se encontraba en Valladolid, viajó hasta Palencia para recibirla y finalmente llegaron juntos a Valladolid en enero de 1258.

Alfonso X cuenta a la princesa que no puede repudiar a doña Violante, pero que tiene cuatro hermanos donde elegir, Federico, Fadrique, Sancho y Felipe. Había que disfrazar la burla de hacer venir desde Noruega a la hija de un rey para casarse con otro rey y luego contentarla con un hermano, así que los vikingos cuentan en su saga que doña Violante se acaba de quedar embarazada por primera vez y no podía ser repudiada.  

De los hermanos del rey, Federico tenía el labio roto por una pelea y Fabrique se había sublevado contra su hermano. Quedaban dos y estaban vinculados a la religión, Don Sancho, arzobispo de Toledo y Felipe, elegido para arzobispo de Sevilla. Felipe era el más fuerte y que había estudiado en La Sorbona en 1244 así que le eligieron. 

Además Felipe se parecía al hermano de Kristina, Haakon el Joven, también gran jinete y cazador, que había muerto hacía pocos meses, cuando era apenas un adolescente, de una misteriosa dolencia. La embajada castellana, que estaba en Noruega entonces, mandó a su médico a visitar al joven príncipe. La crónica islandesa cuenta que el médico castellano le dio al heredero un medicamento que empeoró su estado y murió a los pocos días.

Así que se casa de inmediato con Felipe y Kristina le pidió construir una iglesia en honor del santo rey Olav, patrón de su país.

Según la Saga del Rey Håkon Håkonsson cuenta que la Princesa Kristina de Noruega expresó, tras el compromiso de boda, el deseo de que se construyese una iglesia en honor al patrón de Noruega, San Olav, “rey perenne”, santo patrono de Noruega y antiguo atacante vikingo de las costas gallegas, tuvo precisamente en España una “aparición” en la que una voz le dijo que volviera a su tierra para ser “rey perpetuo de Noruega”. Y lo fue entre 1015 y 1028.  

El Infante Felipe de Castilla prometió cumplir su deseo pero nunca construyó ninguna iglesia a San Olav. 

Más de siete siglos después, la Fundación Kristina construyó la ermita de San Olav en el paraje del Valle de los Lobos en Covarrubias, un precioso pueblo medieval en Burgos. 

El caso es que se casaron el 31 de marzo de 1258 y siempre vivieron en Sevilla. Claro que el infante Felipe se iba de caza y ella quedaba recluida en el palacio de Biorraguel, en la Collación de San Lorenzo, propiedad del cuñado, don Fabrique.  

Las pobres princesas castellanas sólo salían para ir a la iglesia o a alguna fiesta de la Corte. Kristina visitaba con frecuencia la iglesia de San Lorenzo, una antigua mezquita en la que don Felipe había mandado entronizar una gran imagen de la Virgen de Rocamadour, traída por él mismo de París.

Kristina sólo resistió cuatro años tras haber llegado a Sevilla y falleció a los 28 años sin dejar descendencia. Según la leyenda murió de tristeza, añoranza de su país y la imposibilidad de adaptarse a las costumbres del sur.  

Su cuerpo fue trasladado al pueblo burgalés de Covarrubias, de donde era abad don Felipe. 

Poco después, el infante Felipe contrajo matrimonio con Leonor Ruiz de Castro y Pimentel, de la familia de los Lara, con quien tuvo descendencia.

Frente a la abadía de Covarrubias, donde está enterrada la princesa Kristina, hay una estatua que representa a una joven que no podía imaginar lo corto, triste y decepcionante que iba a ser su viaje. Un viaje a la soledad que no pudieron consolar todos los jardines de Sevilla.
 


 

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