8 de abril de 2015

¿ES POSIBLE CONCILIAR LA VIDA FAMILIAR CON UNA CARRERA PROFESIONAL?

El hombre ha descubierto que merece la pena ser padre y no quiere perderse los primeros diez años de sus hijos. Está cambiando el concepto de éxito vital y ha pasado del prestigio profesional a la satisfacción personal. Esto tiene un precio muy alto en el momento profesional más importante de la vida. En cuanto uno se descuida deja de ser rentable para su empresa y no progresa. El problema es similar al de las mujeres cuando se incorporaron al trabajo fuera del hogar. Tradicionalmente han tenido que sacrificar tiempo de familia para realizarse profesionalmente y generar ingresos. La pregunta es si hay que optar necesariamente o es posible compaginar. 

Hay que ser realista, hay ciertos trabajos que absorben todo el tiempo. Son trabajos muy bien remunerados y perderlos es un gran sacrificio para la familia. ¿Qué es mejor para el hijo, acompañarle en su infancia o ahorrar para que pueda ir a la mejor universidad? Todo el mundo tendrá su respuesta, pero muchos hombres están empezando a añadir un matiz a este dilema: ¿y qué es lo que yo quiero para mi como padre?

El padre sabe que a partir de la adolescencia sus hijos no querrán pasar tanto tiempo a su lado, así que entiende que por una lado no debe perderse la infancia y por otro no parar de trabajar. Con lo que da la vuelta al planteamiento y se pregunta por qué no disfruto de la paternidad en los diez primeros años y que mi hijo se conforme con menos ingresos.

Hace años esto era impensable porque para el padre tradicional el prestigio profesional y los ingresos a la familia eran la razón de su vida, pero ahora le importa mucho más su felicidad personal que su prestigio o lo que gane, con tal de subsistir.

Esta actitud se vio en mujeres que teniendo un magnífico puesto de trabajo, lo dejaban o lo sustituían por un trabajo parcial para poder disfrutar de su maternidad. Pues ahora es algo similar, es el padre el que quiere disfrutar de su paternidad aunque pierda un puesto de trabajo fantástico. 

Para la mayoría de los padres el fin de semana ya es lo suficientemente largo para estar con los niños, pero hay profesionales que tienen jornadas muy largas y una dedicación profesional plena, así que se plantean dedicarse a ser padres y dejar para más tarde el ser profesionales.

El hombre ya no se plantea exclusivamente qué es lo mejor para la familia sino que quiere imponer su voluntad. Los hombres han optado tradicionalmente por desentenderse del cuidado diario de los niños y compensar esta actitud convirtiéndose en suministradores de la familia. Este era el rol tradicional: el padre no está en casa porque está trabajando.

Cada vez hay más parejas jóvenes que se turnan en el cuidado de los hijos. Por ejemplo, el padre deja su trabajo y se dedica a cuidar a sus hijos con un trabajo parcial o tomándose un año sabático para estudiar. 

Otro ejemplo, son los “happyshifter”, profesionales emprendedores que aman su trabajo sin ser adictos al trabajo (workaholics). Suelen trabajar más horas, pero como son independientes gestionan su tiempo para poder ocuparse de la familia. Por ejemplo, trabajando desde casa con un ordenador.

Muchas mujeres entienden erróneamente que esta nueva actitud masculina es una injerencia en el rol tradicional femenino de cuidado de los hijos. Por lo general, estos cambios de actitud masculina conllevan menores ingresos para la familia y no todas las parejas quieren renunciar a una vida más cómoda porque el padre moderno quiera cuidar de sus hijos.

Algo está cambiando. En las reuniones de padres en los colegios, terreno tradicionalmente femenino, cada vez hay más padres. Seguramente habrán tenido que salir antes de sus trabajos o cancelar otras obligaciones, pero allí están. Otros padres se encargan de la educación de sus hijos y las madres, con mejor cualificación profesional, asumen en papel de suministradoras de la familia.

Es un mundo cambiante pero cada vez más hay padres que lo dejan todo para dedicarse a sus hijos. Realmente es un lujo y no todo el mundo puede, pero muchos se conforman con menos y comprenden que llegará un día en que coincidirán con un padre que dijo que no recordaba nada de los periódicos que leyó mientras que su hija se columpiaba y que a su vejez lo daría todo por poder recordar una sola imagen de su hija columpiándose. Hay cosas que uno no se las puede perder.
 


 

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