EL ALZHÉIMER ES UNA ENFERMEDAD PRINCIPALMENTE METABÓLICA. El alzhéimer guarda una relación directa con los hábitos alimenticios. Según algunos científicos incluso defienden que se le cambie el nombre por el de ‘diabetes tipo 3’, tras demostrar que está causada por el deterioro de la respuesta cerebral a la insulina. El debate abierto por la revista New Scientist, que dedica su portada de septiembre a profundizar sobre el tema, está arrojando luz sobre el origen de una enfermedad que cada vez afecta a un mayor número de personas (la padecen 35 millones y de seguir esta tendencia en el 2050 la cifra aumentará a 100), pero de la que poco se sabe hasta el momento. Entre la comunidad científica está comenzando a ganar cada vez más peso la tesis de que el alzhéimer guarda una relación directa con los hábitos alimenticios, por lo que se ha planteado la hipótesis de que las dietas ricas en grasa aumentan las posibilidades de contraer esta dolencia. Las personas con sobrepeso u obesidad y portadoras de diabetes tipo 2 son las potenciales víctimas de esta enfermedad. La enfermedad de Alzheimer se presenta en el cerebro, según los resultados del estudio, en forma de depósitos ricos en proteínas, llamados placas amiloides, mucho antes de que se inicie el declive cognitivo y la demencia. Aunque la causa de la enfermedad continúa siendo desconocida, se ha descubierto que los lugares donde se acumulan las placas se solapan con un grupo de regiones cerebrales que están activas incluso cuando las personas no están participando en tareas dirigidas a objetivos. Los resultados mostraron que en personas con alzhéimer las placas se acumulan en regiones del cerebro que se corresponden con las mismas regiones cerebrales de personas sanas en las que se produce un proceso metabólico llamado glicólisis aeróbica. Dado que este proceso podría ayudar al cerebro a generar elementos constitutivos de las células, manejar subproductos metabólicos tóxicos y regular la mortalidad celular programada, los descubrimientos sugieren un posible vínculo entre las funciones cerebrales a las que proporciona energía la glicólisis aeróbica y el inicio de la enfermedad de Alzheimer. A lo largo de los últimos
años, varios estudios han reforzado estas conclusiones hasta llegar
al punto de demostrar la relación de la dieta alimenticia con la
demencia. Así las cosas, la comida basura está en el punto
de mira de estos científicos, que desconfían de la perniciosa
función de las grasas y el azúcar sobre el metabolismo cerebral.
Todo ello en un contexto en el que los gobiernos de medio mundo ya han
iniciado acciones sanitarias para frenar la expansión de la obesidad
y el sobrepeso entre la población. Una lucha a la que cada vez parecen
sumarse más argumentos.
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