EL CORAZÓN.
Las enfermedades cardiovasculares
son la primera causa de mortalidad en el mundo, pero una parte muy importante
de los casos podría evitarse con cambios relativamente sencillos
en los hábitos cotidianos.
Caminar, por ejemplo, media hora
al día podría evitar 16.000 de las 130.000 muertes que se
producen en España por un fallo del corazón.
El Congreso Mundial de Cardiología,
que ha reunido en Barcelona a cerca de 30.000 sanitarios, la mayoría
cardiólogos, ha ofrecido pruebas del impacto que los estilos de
vida tienen en la salud del corazón y ha lanzado un mensaje de alerta:
pese a la constante mejora de los tratamientos, la patología y la
mortalidad cardiovascular pueden aumentar de forma importante por la concurrencia
de dos factores: el envejecimiento de la población y el aumento
de factores de riesgo como la obesidad, la diabetes y el sedentarismo.
Del primero sólo cabe alegrarse,
siempre que vivir más tiempo signifique añadir vida a los
años y no sólo años a la vida. El segundo, en cambio,
es muy preocupante. El rápido aumento de las tasas de obesidad en
España puede eliminar en pocos años el diferencial positivo
que la dieta mediterránea y otros factores cardiosaludables nos
han dado frente a los países nórdicos.
Que el 20% de la población
española sea obesa, que el 40% tenga sobrepeso y que el 60% lleve
una vida completamente sedentaria no augura, desde luego, nada bueno para
los años venideros. La salud de los ochenta se protege a los cincuenta,
y la de los cincuenta, a los treinta.
De hecho, los estilos de vida condicionan
nuestra salud incluso desde antes de nacer, como ha demostrado un estudio
en el que por primera vez se observa cómo el tabaco que fuman las
mujeres embarazadas daña las arterias del feto.
La hipertensión, por ejemplo,
está aumentando no porque cada ciudadano ponga más sal en
su ensalada, sino porque al consumir cada vez más snacks, aperitivos
y cocina preparada, cada vez ingiere una mayor cantidad de sal sin proponérselo.
Pactar topes a la cantidad de sal de estos productos puede tener efectos
beneficiosos sobre toda la población. Lo mismo cabe decir
de las grasas o los azúcares de la bollería industrial.

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