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ALIMENTACIÓN DESEQUILIBRADA Y SEDENTARISMO. La combinación de una vida sedentaria y una alimentación desequilibrada son las causas principales de las enfermedades del corazón. La obesidad conlleva consecuencias sanitarias importantes que van desde enfermedades cardiovasculares, hipertensión, dislipemia, diabetes tipo 2 y una mayor incidencia en ciertos tipos de cáncer, hasta problemas de autoestima. Si las personas obesas reducen su peso en un 10 ó 15%, podrán disminuir en forma importante el riesgo de sufrir estas enfermedades. Una dieta desequilibrada no proporciona la cantidad requerida de los diversos alimentos que se necesitan para mantener una buena salud. Una dieta desequilibrada no contiene todos los grupos de alimentos y las cantidades suficientes de nutrientes para que le organismo pueda realizar todas sus funciones (reguladoras, plásticas y energéticas). El desequilibrio se produce cuando su consumo es excesivo en grandes cantidades, y no existe ninguna forma de regular la cantidad de alimento que se ingiere. Una alimentación correcta, variada y completa, con una dieta equilibrada (cuyo modelo más reconocido es la “dieta mediterránea”), permite por un lado que nuestro cuerpo funcione con normalidad, es decir que cubra nuestras necesidades biológicas básicas ya que necesitamos comer para poder vivir y por otro lado, previene o al menos reduce el riesgo de padecer ciertas alteraciones o enfermedades a corto y largo plazo. Basta con recordar el impacto que tienen en nuestra sociedad las llamadas "enfermedades de la civilización" tales como: hipertensión, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, trastornos de la conducta alimentaria. Incluso ciertos tipos de cáncer se relacionan con una alimentación desequilibrada. Normalmente, no es una relación directa de causa-efecto, pero sí supone uno de los factores que contribuye a aumentar el riesgo de aparición y desarrollo de dichas enfermedades. Actualmente, se reconoce la importancia de los alimentos, sobre todo de aquellos que se comportan como protectores. Tal es el caso de las fibras, que actúan como antioxidantes naturales, y de los vegetales, que contribuyen a disminuir el riesgo de patologías crónicas como las enfermedades del corazón, cáncer, obesidad y diabetes. Esencialmente la dieta mediterránea está compuesta por abundantes cereales y derivados (pasta, arroz, pan etc.), legumbres, frutas, frutos secos, verduras y poca cantidad de carnes rojas. El aceite de oliva colabora para aumentar el colesterol HDL (bueno) y disminuir el LDL (malo), evitando el depósito de placas de ateromas en los vasos sanguíneos. Es importante complementar lo anterior con actividad física. OBESIDAD Y DIABETES Ocho de cada diez diabéticos tienen sobrepeso, y la mitad de ellos, problemas cardiovasculares. Además, el 65% de la gente no hace ni media hora de ejercicio al día, básico para controlar el azúcar. Los últimos estudios realizados por la Sociedad Gallega de Endocrinología han pulsado la alarma acerca de enfermedades relacionadas con la alimentación y el sedentarismo. Galicia no sólo presenta una alta prevalencia de obesidad y diabetes y, en consecuencia, de riesgo cardiovascular, sino que en poco tiempo ésta se ha incrementado peligrosamente. El 80% de los diabéticos tienen sobrepeso, y la mitad, problemas cardiovasculares. Es decir, la obesidad está en la raíz de la diabetes tipo II, que se desencadena por agotamiento del páncreas por ingesta abusiva de grasas. Y tiene estatus social: "Se da más en las personas con menor poder adquisitivo", insiste. El equilibrio emocional es una de
las claves para mantener el cuerpo en forma. La ansiedad y la depresión,
además de fomentar hábitos alimenticios dañinos, pueden
producir un desequilibrio hormonal, afectar la circulación sanguínea
y provocar una vida sedentaria.
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